Por: Equipo Psicoloquio
“Si queremos que la Psicología realice algún
aporte significativo a la historia de nuestros pueblos, si
como psicólogos queremos contribuir al desarrollo de los países
latinoamericanos, necesitamos replantearnos nuestro bagaje
teórico y práctico, pero replanteárnoslo desde la vida de
nuestros propios pueblos, desde sus sufrimientos, sus
aspiraciones y luchas. Si se me permite formular esta propuesta
en términos latinoamericanos, hay que afirmar que si pretendemos
que la Psicología contribuya a la liberación de nuestros
pueblos, tenemos que elaborar una Psicología de la liberación.
Pero elaborar una psicología de la liberación no es una
tarea simplemente teórica, sino primero y fundamentalmente
práctica. Por eso, si la Psicología latinoamericana quiere
lanzarse por el camino de la liberación tiene que romper con su
propia esclavitud. En otras palabras, realizar una Psicología de
la liberación exige primero lograr una liberación de la
Psicología. [...] y esa liberación sólo llega de la mano con una
praxis comprometida con los sufrimientos y esperanzas de los
pueblos latinoamericanos. “
Hace 21 años se nos planteaba un reto y ese camino
para superar las deficiencias que como profesionales mostrábamos ante la
realidad que se vivía en El Salvador. Las condiciones han variado poco
desde entonces hasta ahora, pues la gente sigue sufriendo situaciones
que se creían serían solucionadas al finalizar la guerra que dejó como
saldo también la muerte de uno de los psicólogos salvadoreños más
importantes.
Nuestro trabajo ha evolucionado, hemos logrado un
lugar distinto en y ante la sociedad en que nos desenvolvemos, muchas de
nuestras herramientas han cambiado también y nosotros mismos tenemos
visiones más diversas frente a lo que ocurre en nuestra sociedad,
nuestro campo de acción es más diverso y de igual manera los problemas
que enfrentamos son distintos y se complejizan cada vez más por el
avance de la globalización y sus efectos en las relaciones sociales y
las personas.
Ese reto que se nos planteaba hace 21 años no ha
perdido vigencia. La diferencia es que quizá hoy más que antes estamos
conscientes de nuestro papel y la sociedad salvadoreña sabe que nuestro
aporte puede ir más allá de dar terapia, atender problemas escolares o
seleccionar personal para una empresa.
Actualmente graves problemas afectan el tejido social
salvadoreño y a las personas que conformamos esta sociedad y estos se
irán haciendo cada vez más graves si no atendemos ese reto que lleva
once años vigente. Es ahora más que nunca que que debemos estar cerca
de las gentes, comprometernos con ellas, conocer sus necesidades, sus
dinámicas personales y sociales y su evolución. Porque ese es la ruta
que nos va a llevar a que demos los aportes que necesita esta sociedad
para liberarse de esos problemas que la aquejan.