Oscar Martínez
A 126 años de la masacre y ahorcamiento de los
Mártires de Chicago, en El Salvador, la tarea fundamental de la clase
trabajadora es la organización, unidad, lucha y solidaridad para la
construcción de un sistema y modelo político-económico
que nos garantice una justicia económica
y social.
Esos obreros de los Estados Unidos que en 1886 se
convencieron que el egoísmo y la maldad de la burguesía jamás permitirían su
preocupación por el pueblo trabajador porque antes del interés colectivo se
imponía siempre sus intereses individuales para vivir en la opulencia.
Esa conciencia social adquirida por los obreros es
nuestro legado histórico, al comprender
las formas miserables de su diario vivir, la abstracción de su realidad
que les permitió emprender la lucha en la búsqueda de la libertad para no
seguir como esclavos del capital.
George Engel, al ser condenado a la horca en Chicago, el 20 de agosto de 1886, en esta "libre república", en el país más rico del mundo, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable. Aquí he visto a seres humanos buscando algo con que alimentarse en los montones de basura de las calles.
El sindicalismo como una de las formas de organización
de la clase trabajadora es hasta nuestros días una opción para defendernos de
los estragos de la crisis del sistema capitalista y de las patronales que nos privan de nuestro
diario vivir.
Las diferentes formas de la lucha de la clase
trabajadora deben aspirar a la humanización de las relaciones laborales en
donde los explotadores de nuestra fuerza de trabajo desaparezcan y nosotros no
tengamos que morirnos de hambre y
miseria.
Las luchas para lograr las ocho horas laborales son
una muestra de nuestra primera gran victoria como clase trabajadora en donde la
burguesía con el control de las leyes, la opinión pública mediática, la clase
política y la policía asesinó a nuestros
Mártires de Chicago.
Fue en 1889 en Paris, cuando el Congreso Obrero
Socialista de la Segunda Internacional estableció el primero de mayo como Día
Internacional de la clase trabajadora como un homenaje y reconocimiento a la
lucha por la jornada laboral de 8 horas que realizaron los obreros de los
Estados Unidos en 1886.
En virtud
de ello, se acordó que el 1 de mayo debería organizarse
movilizaciones simultáneas de trabajadores en todo el mundo, 1890
fue la primera vez de una movilización mundial, poniéndose de manifiesto la
capacidad de la clase trabajadora de luchar por sus reivindicaciones.
En estos días conmemorables para la clase
trabajadora es importante recordar las palabras del líder cubano Fidel Castro, la
"victoria" es siempre para los pueblos, la "muerte" es el
destino del revolucionario. El Che Guevara describía nuestra utopía obrera, así
"En una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera.
La lucha heroica de los Mártires de Chicago fue la
expresión de una conciencia clasista con una ideología proletaria que les
permitió ejercer el poder de la lucha política por la dignificación de la vida
a la cual trascendieron y hoy son ejemplo de emancipación de humanismo.
A 126 años de esa gesta heroica de los obreros de
Chicago, en El Salvador el neoliberalismo sigue con su expedición fúnebre
hartándose de vidas ambulantes sin empleo o con salarios miserables que
contrastan con el estilo de vida de la clase política.
Esos políticos que hoy piden perdón por ambicionar ganar 4
mil ochocientos dólares para invitar a sus amigos a comer, dar becas de estudio,
o simplemente porque aseguran merecerlo, aun seguirán ganando más de 4 mil dólares.
Paradójico, porque en la pasada campaña electoral
aseguraban que tenían vocación de servicio y ser fieles defensores de los
intereses del pueblo. Estos políticos que aseguran que los errores son de humanos,
tienen razón porque los animales no se equivocan.
Pero ¿Se
puede equivocar la clase trabajadora en sus formas de lucha? Cuando la realidad
está marcando las malísimas condiciones de vida de las amplias mayorías en un
momento histórico especial en donde el partido de izquierda gobierna y
administra la crisis dejada por los políticos y empresarios del gran capital de
la derecha arenera.
Los
sobrevivientes de este sistema capitalista tenemos la obligación y el deber moral,
no solo de marchar como sompopos de mayo, sino de crear las condiciones para
destruir este sistema que convierte a
las personas en mercancía, a los trabajadores en esclavos y concentra su interés
en la acumulación del dólar y no en la vida integra de la persona humana.
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